jueves, 4 de septiembre de 2008

¿Es Dios varón o hembra?

Sé que muchas personas, en algún momento u otro, se han hecho semejante pregunta. Hasta yo misma me lo he preguntado. ¿De qué género es Dios? Unos, amparándose en la tradición patriarcal judeo-cristiana, aseguran que Dios es varón. Otros, amparándose en las antiguas creencias del Paleolítico europeo, aseguran por su parte que Dios es mujer. Hay quienes han llegado a afirmar que Dios es ambas cosas a la vez. Pero, ¿es en realidad que Dios es varón o hembra o ambas cosas? O mucho más importante, ¿tiene Dios género en primer lugar?

Lo que dice la Palabra
En los textos bíblicos, encontramos referencias de Dios como un padre que vela por sus hijos, reclamándoles su desobediencia (Oseas 11:1-4), el padre amigo de su hijo (Jeremías 3:4), el padre del hijo pródigo (Lucas 15:11-32), e incluso se revela a través de Jesús como el Padre (Efesios 3:14, en el “Padre nuestro” – Mateo 6:9, Lucas 11:2; Juan 1:18, 14:1-31). Además, hay referencias de Dios como esposo, como aquél que aunque herido por las múltiples infidelidades de su esposa, quiere que ella se arrepienta y vuelva con él (Jeremías 6-13).

En los Evangelios, hay múltiples imágenes de Dios como varón: el dueño de la viña (Mateo 20:1-16, 21:28-31, 21:33-43; Marcos 12:1-11; Lucas 20:9-18), el rey que celebra las bodas de su hijo (Mateo 22:1-13), el novio de las vírgenes precavidas (Mateo 25:1-11), el pastor que perdió y encontró su oveja (Lucas 15:3-7), el patrón que dio las monedas a sus sirvientes (Lucas 19:11-22), etc.

La Palabra también nos presenta a Dios como una madre que no se olvida de sus hijos (Isaías 49:15), que consuela a sus hijos (Isaías 66:13), que da de lactar a su hijo (Salmo 131:2), como madre que recién ha dado a luz (Salmo 22:10-11). También los Evangelios nos muestras imágenes de Dios como mujer, como la que mezcla las medidas de la harina (Lucas 13:20-21) o la que encuentra la moneda perdida (Lucas 15:8-10).

En la Biblia también vemos imágenes de Dios como una entidad femenina llamada Sabiduría Divina. El capítulo 8 del Libro de los Proverbios presenta esta Sabiduría como si fuera una persona, alguien que se deja querer por quienes la quieren de verdad: “Yo, la Sabiduría, convivo con la prudencia y me hice amiga de la reflexión.” (v. 12) Más adelante, se la presenta como si fuera “hija” de Dios (vs. 22-36). Esa imagen de la Sabiduría como “hija” es ligada a Cristo mismo. El capítulo 9 del mismo libro relaciona aún más la Sabiduría con Jesús, como si fueran uno sólo, pues realizan las mismas acciones (vs. 1-6). Y no se queda ahí. En el libro de la Sabiduría, en el capítulo 10, vemos a la Sabiduría Divina compartiendo con Dios mismo, la obra redentora con el pueblo judío.

Ahora, ¿qué dice Dios de sí mismo? “No puedo dejarme llevar por mi indignación y destruir a Efraím, pues soy Dios y no hombre.” (Oseas 11:9)[i]

Lo que interpreta la Iglesia
El Magisterio de la Iglesia también tuvo que lidiar, por siglos, con esta pregunta sobre el género de Dios. Fue en el Siglo XX cuando logró una definición más certera de Dios. En el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC), vemos que “Dios trasciende la distinción humana de los sexos. No es hombre ni mujer, es Dios. Trasciende también la paternidad y maternidad humanas.” (CIC 239) Más adelante, el Catecismo insiste de nuevo en que “Dios no es, en modo alguno, a imagen del hombre. No es ni hombre ni mujer. Dios es espíritu puro, en el cual no hay lugar para la diferencia de sexos.” (CIC 370)

En su documento sobre “La dignidad y vocación de las mujeres” (Mulieris Dignitatem, 1988), el Papa Juan Pablo II se hace eco de las enseñanzas del Catecismo y de la Palabra. El Pontífice dice que en Dios hay imágenes masculinas y femeninas: “... en diversos lugares de la Sagrada Escritura (especialmente del Antiguo Testamento), encontramos comparaciones que atribuyen a Dios cualidades “masculinas” o también “femeninas”. (...) Si existe semejanza entre Creador y las criaturas, es comprensible que la Biblia haya usado expresiones que le atribuyen cualidades tanto “masculinas” como femeninas”.” Afirma que Dios es padre y madre: “El amor de Dios es presentado en muchos pasajes como amor “masculino” del esposo y padre, pero a veces también es presentado como amor “femenino” de la madre.” Y expresa que Dios no es ni hombre ni mujer: “Dios es espíritu” (Juan 4:24) y no posee ninguna propiedad típica del cuerpo, ni “femenina” ni “masculina”.”

En cuanto al hecho de que Dios es Padre, afirma el documento del Papa que “esta característica del lenguaje bíblico, su modo antropomórfico de hablar de Dios, indica también, indirectamente, el misterio del eterno “engendrar”, que pertenece a la vida íntima de Dios. Sin embargo, este engendrar no posee en sí mismo cualidades “masculinas” ni “femeninas”. Es de naturaleza totalmente divina. (...) Por consiguiente, también la “paternidad” en Dios es completamente divina, libre de la característica corporal “masculina” propia de la paternidad humana.”[ii]
Si Dios no es varón ni hembra, ¿por qué solemos pensar que es varón?

Me imagino que preguntarán: si la Palabra y el Magisterio están de acuerdo que Dios es Dios y no hombre ni mujer, ¿por qué solemos representar a Dios como hombre y no como mujer? Podemos entender que las razones para ello son culturales.

En su libro “When Women Were Priests (WWWP)”[iii], Karen Jo Torjesen explica como en tiempos muy antiguos, específicamente en el período Neolítico (6,500 a 3,500 AC) en Europa, la imagen que predominaba del “dios” era femenina. Era una “diosa” con enormes senos, a veces embarazada, otras alumbrando, y se relacionaba con la fertilidad y la regeneración. Era a la mujer a quién se le asignaba el poder de crear la vida.

Con el tiempo, esta noción femenina del dios iría suprimiéndose y sustituyéndose por una visión masculina del mismo, a través de un largo proceso que culminó con la cultura y religión griegas. Para los griegos, aunque tenían diosas y dioses, eran los hombres quienes transmitían la capacidad generadora de vida; las mujeres eran tan sólo instrumentos para dicha capacidad, todo lo contrario de lo que creían los neolíticos. Los griegos, especialmente Aristóteles, llegaron al extremo de afirmar que la mujer era un hombre incompleto.

¿Y los cristianos qué? Nuestra religión católica heredó de la tradición judía tanto imágenes femeninas como masculinas de Dios. Jesús mismo utilizaba dichas imágenes para referirse a Dios, aunque lo consideraba Padre (esto puede entenderse por la relación paterno-filial entre ambos, pues Dios engendró y María parió). Pero el pueblo judío, aunque jamás se atrevió a representar físicamente a Dios, era muy patriarcal y machista, y predominaba en él la imagen masculina de Dios.

Cuando el cristianismo comenzó a regarse por el Imperio Romano, influyó en él las nociones de la superioridad masculina greco-romanas, quedando dicha noción coronada en la Edad Media, cuando los teólogos y Padres de la Iglesia afirmaban que la mujer no fue hecha a imagen de Dios; por tanto, Dios era varón. Y de ahí comenzaron las famosas representaciones de Dios como el anciano de cabellos y barba blanca que vemos en cientos de cuadros medievales y del Renacimiento.

Pero no todos los católicos representaban sólo el lado masculino de Dios. También afirmaban de Él cualidades femeninas. Nuevamente, Jo Torjesen presenta en su libro trozos de escritos de la teóloga medieval Juliana de Norwich, que hablaban de Dios como una madre que goza de sus hijos (WWWP, pág. 265), y un himno al Espíritu Santo, de una iglesia en la Siria del siglo IV, que representa a Dios con senos: “El Espíritu Santo abrió Sus senos, y mezcló la leche de los dos pechos del Padre.” (WWWP, pág. 267)

Sin embargo, fue la visión masculina de Dios la que predominó. Aún hoy día, vemos imágenes masculinas de Dios pintadas en las paredes de nuestras iglesias, especialmente aquellas que representan a la Santa Trinidad.

Si tomamos tiempo para considerar la imagen de Dios en las iglesias hermanas, vemos que en la mayoría de ellas predominó la imagen masculina de Dios. Los católicos ortodoxos, por ejemplo, tienen íconos dedicados a la “Paternidad de Dios”, donde Dios aparece como un anciano, con el Niño Jesús en su falda, aunque ellos también suelen identificar tanto a Dios como a Jesús como la Sabiduría Divina, la cual representan como una mujer llamada Sofía. En el Islam, religión monoteísta que tuvo el mismo origen que la judía y la cristiana, predominan las referencias verbales de Dios como varón, aunque al igual que los judíos, nunca representaron a Dios en imágenes.

¿Qué debiéramos pensar?
Nosotros somos católicos romanos, y nuestra doctrina entiende hoy día, que Dios no es humano, sino espíritu, por tanto, no es hombre ni mujer; ni varón ni hembra. Por tanto, podemos concluir que Dios no tiene género, y que le llamamos “Padre” por su relación con Jesús y nosotros sus hermanos, y que dicha “paternidad” no es ni masculina ni femenina.

Ahora, cabe preguntarnos, ¿es válido representar a Dios en imágenes, ya sea como un Padre anciano o como la Dama Sabiduría? La doctrina de la Iglesia nos da espacio para eso, pues indica en el CIC 40 que “puesto que nuestro conocimiento de Dios es limitado, nuestro lenguaje sobre Dios lo es también. No podemos nombrar a Dios sino a partir de las criaturas, y según nuestro modo humano limitado de conocer y pensar.”
Pero a su vez, la doctrina nos da espacio para no representar a Dios de ninguna manera, o de representarle usando símbolos genéricos, que hagan referencia a su obra creadora. Después de todo, Dios creó el Universo, y todo lo que hay es obra suya. El cielo, la tierra, el mar, las nubes, los animales, las plantas, los ríos, las cascadas... en fin, todo cuanto podemos imaginarnos, puede hacernos pensar en Dios.

En otras palabras, no necesitamos de una “imagen” de Dios para tenerlo presente con nosotros. Tanto hombres como mujeres podemos identificarnos con Dios, porque ambos géneros son imagen y semejanza de Dios. Ponerle a Dios un género es limitarlo, y Dios no tiene límites. Nadie puede usar a Dios para justificar la superioridad de un género sobre otro, ni nadie podrá imponer límites ni criterios a Dios sobre qué género es imagen de Dios y qué genero no lo es, como intentaron hacer los teólogos medievales.[iv]

Así podemos concluir que es mejor no representar a Dios de ninguna manera y dejar que Él sea, como Él mismo afirma, el que es. (Éxodo 3:14)

Ivelisse Colón Nevárez, ofs
27 de junio de 2003
Conmemoración del Sagrado Corazón de Jesús

Notas:
[i] Todas las citas bíblicas provienen de La Biblia Latinoamericana, Edición Pastoral.
[ii] Todas las citas tomadas del Mulieris Dignitatem corresponden al Capítulo III, "Imagen y semejanza de Dios”, sección 8, del mencionado documento.
[iii] Capítulo 9, “What If God Had Breasts?”, págs. 247-271.
[iv] Tanto en su libro The Ordination of Women in the Catholic Church: Unmasking a Cuckoo’s Egg Tradition como en su sitio de Internet http://www.womenpriests.org/, el teólogo holandés John Wijngaards expone los escritos de Padres de la Iglesia y teólogos medievales sobre dicho tema.

Bibliografía:
______ Biblia Latinoamericana, Edición Pastoral; Ediciones Paulinas Verbo Divino, LXXIX ed.
______ Catecismo de la Iglesia Católica; Asociación de Editores del Catecismo, España; 1992.
Juan Pablo II, Papa; Mulieris Dignitatem “La dignidad y vocación de las mujeres”, 1988.
Torjesen, Karen Jo; When Women Were Priests; HarperSanFrancisco, EU, 1995.
Wijngaards, John; The Ordination of Women in the Catholic Church: Unmasking a Cuckoo’s Egg Tradition; Continuum International Publishing Group, EU, 2001.
Wijngaards, John; The Internet Catholic Library on Women’s Ordination,
http://www.womenpriests.org/

También hay numerosas referencias en la Internet sobre íconos bizantinos y ortodoxos y sobre representaciones medievales y renancentistas de Dios.

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